El origen del linfedema o “brazo hinchado”
La mastectomía marca a las mujeres de por vida, ya sea de forma física o psicológica. Afortunadamente, se han realizado progresos notables y, a partir de ahora, existe la posibilidad de realizar una reconstrucción mamaria cuyos resultados son cada vez más satisfactorios. Sin embargo, sólo un cuarto de las mujeres operadas opta por la reconstrucción: miedo al dolor, saturación de médicos y tratamientos, falta de información… sigue habiendo muchas barreras.
A pesar del descubrimiento de la técnica del ganglio centinela, que consiste en extirpar únicamente el ganglio situado cerca del tumor, aproximadamente 6 de cada 10 pacientes deben pasar por una limpieza axilar (recuperación del conjunto de ganglios linfáticos debajo de la axila), mucho más invasiva, con el objetivo de reducir el riesgo de recidiva de la enfermedad. Por otra parte, están los dolores, y es que esta limpieza puede generar una cierta impotencia en el brazo durante las semanas posteriores a la intervención.
A diferencia de la operación, la aparición de un linfedema, que afecta al 5-8% de las pacientes, es totalmente imprevisible, por lo que no existen medios de prevención eficaces, explica Laurence Vidal. Fisioterapeuta especializada en el tratamiento de las cicatrices en el cáncer de mama, Laurence Vidal se dedica a permitir que las mujeres puedan recuperar progresivamente toda su movilidad. “Tras una limpieza de la axila, lo que no conviene es realizar movimientos rápidos y repetidos, pero sí que las pacientes deben procurar hacer movimientos con una cierta amplitud y mantener el movimiento del hombro para que no se bloquee”, explica ella.
El Cellu M6, en caso de reconstrucción mamaria
Es el Cellu M6, que también suscita interés en el tratamiento del linfedema, gracias a su trabajo sobre la fibrosis, que otorga amplitud. Pero sobre todo está indicado antes y después de una reconstrucción mamaria.
- Antes, sirve para preparar la colocación de la prótesis al facilitar la cicatrización.
- Después, previene el fenómeno inevitable de las adherencias, que pueden desencadenar dolores hasta el codo.
Indoloro, el palpado rodado ejercido por la máquina mejora la microcirculación, redinamiza las paredes vasculares y actúa sobre la fibrosis, provocando el desprendimiento de diferentes estratos de tejido. Tres veces más rápido que una acción manual, debe realizarse en máximo dos sesiones semanales, para no estimular la piel, previene Laurence Vidal. Por el mismo motivo, a menudo se recomienda una pausa de unos 3 meses.
Aprender a querer de nuevo tu cuerpo
Además de los tratamientos físicos, Laurence Vidal ayuda a los pacientes a reapropiarse de su cuerpo y, sobre todo, a quererlo. “Y a las pacientes les resulta muy difícil tocarse sus cicatrices. Las mujeres que han padecido una mastectomía se tocan un seno, después el otro, pero jamás los dos al mismo tiempo. Sin embargo, resulta importante aprender a hacerlo para que se integren en su nuevo esquema corporal”, estima la fisioterapeuta. Por consiguiente, ésta última les obliga tocarse los senos con las dos manos, con el objetivo de provocar un trastorno. Y también hace que los maridos acudan a la segunda sesión, “para romper el tabú, para que se den cuenta de que su mujer no está bien, y así puedan hablarlo libremente”. De esta manera, se ayuda a recuperar el diálogo y a “autorizar a las mujeres a tomar verdaderas decisiones por sí solas”.
Para el Pr. Léguevaque, el trabajo de los fisioterapeutas resulta básico en la acción terapéutica de las mujeres operadas de un cáncer de mama. “Cuando se diagnostica un cáncer de mama y tiene que operarse, toda una vida se derrumba. Les corresponde a los fisioterapeutas y a otros cuidadores devolverles una vida normal a los pacientes.”
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